(…) es una trampa.

«No crezcas, es una trampa.»

«Cuando sea grande…» Esa carajita frase que de niños con ilusión decíamos, deseando tal cosa. Todos queríamos crecer.

Vivíamos sin preocupaciones, jugando, y a lo mucho nuestro único problema era cuando le decíamos «mamá» a la maestra.

Y es inevitable crecer, con ello vienen muchos miedos, muchos problemas que antes nisiquiera conocíamos y responsabilidades que jamás creímos tener, porque nuestro único ocio era jugar, hacer una rutina que pasábamos por alto que era monótona y simple, vivíamos por vivir y no era un problema.

Quizá no tienes la mayoría de edad, tenerla te aterra, el futuro es incierto, sabes que es duro y ahí, el miedo te consume en una ansiedad.

Quizá eres mayor de edad, también te da ansiedad el futuro, pero tú ya lo vives a cada parpadeo, ya te enfrentas a las decisiones adultas, mañana tienes que hacer trámites, dentro de 3 días una entrevista de trabajo muy importante, dentro de no mucho terminar la tesis, pides un respiro.

«Extraño todo, literalmente todo era más barato, no había que preocuparse por nada, eran tiempos muy fáciles.»

«Estresarme, deprimirme, preocuparme, ¿Esa es la vida adulta no?» «Fracasar» «Quedarme solita»

¿Todo eso es parte de crecer? Sí.

«No tener ninguna preocupación» «Sin ansiedad» «Dormir en el sofá y despertar en mi cama»

Era sencillo, ¿Verdad?, sí, pero no lo extrañas tal cual.

De niños no entendíamos los problemas adultos, pero eso nos daba curiosidad, preguntábamos y no querían darlos explicaciones.

Teníamos preocupaciones, si las analizamos no son graves, pero de niños sentíamos que lo eran.

¿Cuál es tu preocupación en la vida?

«No poder jugar.» Eliel, 7 años.

«Que el virus se quede en México y no poder ir a la escuela?» Naomi, 5 años.

Todos somos Naomi.

Sí teníamos ansiedad. Cuando algo no nos salía bien o como queríamos, aparecía la frustración y enojo.

No éramos tan libres como lo recordamos. Todos los adultos no nos dejaban opinar, no importa si teníamos idea o no del tema, nos hacía rabiar y sentir mal.

Igual discutíamos con nuestros amigos, también por pequeñeces; tampoco de infantes sabíamos como llevar estas emociones, pero ahora de grandes sabemos que va a pasar y no vamos a morir por esas cosas.

Y quizá por eso queríamos crecer tan rápido. Bien, entonces disfrutemos por nuestro niño interior, no todo es tan malo.