Te cuento un cuento.

Se nos puede caer las ganas de vivir a la basura, un piano encima cual caricatura, pero no se puede caer Classroom porque hay tareas que entregar, sí o sí.

El mundo se está yendo al carajo y uno sigue trabajando, ¿Por un futuro?, si es que lo hay.

Hace unos (muchos) meses prendíamos las pantallas para nuestro entretenimiento y resultaba que aprendimos una que otra cosa, quizá no del todo académica pero muy útil, actualmente, mismas pantallas con la intención de aprender una que otra cosa y sólo nos entretenemos. No todos somos el tipo de persona que podría aprender de forma didáctica fuera de un salón de clases, muchos necesitan el ambiente de tal, para una retribución de aprendizaje.

Y antes también se caía el mundo, solo que antes podíamos ignorarlo con las risas entre amigos y una pizarra frente a nosotros.

Seguimos con profesores y tareas sobre nosotros; pero sin menos ganas que antes seguimos realizando las actividades para pasar el semestre, esperanzados con que valga la pena en la vida práctica. Comenzamos a pensar de más que ya no importa tanto nuestro esfuerzo, vemos que la carrera que en un principio creímos correcta no tiene vacantes de empleo por ser poco funcional.

¿Porqué continuar?

¿Porqué futuro luchar?

Todo este desastre va a terminar, nosotros tendremos que limpiarlo, reconstruir muchas cosas, entre la economía, formas de vivir y labores, somos nosotros quienes lo harán y para mejor. Haz visto que hay deficiencia de educación sanitaria, nosotros enseñaremos bien hasta como usar la mascarilla, seremos mejores en el cuidado al medio ambiente, porque es nuestro deber, enseñaremos y trabajaremos por el futuro, uno bueno, no habrán más incendios pues como futuros bomberos crearemos mejores métodos.

Y el miedo a lo que pueda pasar mañana o en unos años no nos va a paralizar, la incomodidad de como todo se está desmoronando tampoco.

Empezaremos ahora a hacer bien las cosas, aunque sea en línea, en casa, a distancia de otros.

Y esperamos que valga la pena enviar mil tareas, esperamos que sirvan de algo, esperamos aprender, solo esperamos.

Syntax error: Introspección.

Cuando pierdes un lápiz, pues compras otro (lo tomas prestado indefinidamente de tu amigo), y listo, no te quedas sin lápiz.

Ahora ¿Si me pierdo?, no hablo de un espacio terrenal donde tengan que poner carteles con mi cara, hablo más de un aspecto personal, interno, perder la esencia de mi ser. No puedo ir a robarme la personalidad de otro, aunque quisiéramos y tengamos que fingir, es inútil.

Hay un punto en la pubertad donde nos damos a querer encajar en algún sitio social; ya sabes, cuando pasaste la fase emo, hipster, sin contar de las que quedaron marcadas en fotos de retrica, que a día de hoy miras y te das vergüenza.

Pero al último, echas un vistazo y ya no te reconoces, te gusta de todo y de nada a la vez, los grupos sociales a los que perteneces son reducidos a los 3 amigos con los que te sientes cómodo.

Pero llega la noche, donde el insomnio te envuelve sin tener presión, estrés, o alguna pregunta ridícula que logra tenerte despierto, ahora la razón es ese vacío emocional de no saber quién eres más, no es por haber madurado, no es cuestión de gustos pasados, se trata de que internamente te sientes mal, extrañas reír, extrañas esa tranquilidad que sólidas tener, divertirte sin prisas y disfrutar momento. Ya nada te sorprende, puedes ver a un niño caer en la calle y no estallas en risas internas hasta ponerte rojo de evitar soltarlas.

Hay un error de sintaxis en tu vida, el cual se produce cuando viviste una situación en donde te hicieron sentir mal contigo, cuando intentaste encajar con personas y dejaste de lado algo que te gustaba y a ellos no; como sí realmente valiera la pena.

Dicho error te ha impedido ver que realmente esas situación solo acaban con tu estabilidad emocional, con tu real carisma, te impiden ser feliz y sentirte cómodo, te impiden sentirte tú.

Y no lo entiendes, es complicado, pero tampoco los que te rodean entienden que cambiaste por culpa de lo que otros te hicieron sentir. Bien, creo que fallamos con la promesa indirecta de tu vieja amiga en el colegio «vales mil, nunca cambies», sigue siendo cuestión interna y no de gustos ó madurez.

¿Qué has dejado de hacer que te ponía feliz, qué abandonaste como pasatiempo para relajarte?

¿Te extrañas?

Introspección…

(…) es una trampa.

«No crezcas, es una trampa.»

«Cuando sea grande…» Esa carajita frase que de niños con ilusión decíamos, deseando tal cosa. Todos queríamos crecer.

Vivíamos sin preocupaciones, jugando, y a lo mucho nuestro único problema era cuando le decíamos «mamá» a la maestra.

Y es inevitable crecer, con ello vienen muchos miedos, muchos problemas que antes nisiquiera conocíamos y responsabilidades que jamás creímos tener, porque nuestro único ocio era jugar, hacer una rutina que pasábamos por alto que era monótona y simple, vivíamos por vivir y no era un problema.

Quizá no tienes la mayoría de edad, tenerla te aterra, el futuro es incierto, sabes que es duro y ahí, el miedo te consume en una ansiedad.

Quizá eres mayor de edad, también te da ansiedad el futuro, pero tú ya lo vives a cada parpadeo, ya te enfrentas a las decisiones adultas, mañana tienes que hacer trámites, dentro de 3 días una entrevista de trabajo muy importante, dentro de no mucho terminar la tesis, pides un respiro.

«Extraño todo, literalmente todo era más barato, no había que preocuparse por nada, eran tiempos muy fáciles.»

«Estresarme, deprimirme, preocuparme, ¿Esa es la vida adulta no?» «Fracasar» «Quedarme solita»

¿Todo eso es parte de crecer? Sí.

«No tener ninguna preocupación» «Sin ansiedad» «Dormir en el sofá y despertar en mi cama»

Era sencillo, ¿Verdad?, sí, pero no lo extrañas tal cual.

De niños no entendíamos los problemas adultos, pero eso nos daba curiosidad, preguntábamos y no querían darlos explicaciones.

Teníamos preocupaciones, si las analizamos no son graves, pero de niños sentíamos que lo eran.

¿Cuál es tu preocupación en la vida?

«No poder jugar.» Eliel, 7 años.

«Que el virus se quede en México y no poder ir a la escuela?» Naomi, 5 años.

Todos somos Naomi.

Sí teníamos ansiedad. Cuando algo no nos salía bien o como queríamos, aparecía la frustración y enojo.

No éramos tan libres como lo recordamos. Todos los adultos no nos dejaban opinar, no importa si teníamos idea o no del tema, nos hacía rabiar y sentir mal.

Igual discutíamos con nuestros amigos, también por pequeñeces; tampoco de infantes sabíamos como llevar estas emociones, pero ahora de grandes sabemos que va a pasar y no vamos a morir por esas cosas.

Y quizá por eso queríamos crecer tan rápido. Bien, entonces disfrutemos por nuestro niño interior, no todo es tan malo.